martes, 12 de mayo de 2015

La Séptima Papeleta

Era el año de 1990, primer año de Derecho en la Universidad del Rosario, todavía era menor de edad, 17 años, los grandes de quinto año, fueron curso por curso, en los antiguos salones del Claustro del Rosario a promover la introducción de una papeleta adicional para las elecciones que se iban a realizar ese año nos contaron que había una Constitución estática, del año 1886, que no admitía reformas, que no estaba de acuerdo a las dinámicas y transformaciones del país y que había que actualizarla para que estuviera acorde con el país del siglo XX y XXI...

En algunos artículos nombran a estos soñadores y soñadoras que impulsaron una de las mayores transformaciones pacíficas de nuestro país: UNA NUEVA CONSTITUCIÓN, en otros artículos ni los nombran...

Me apunté a ese programa, y me correspondió coordinar la Localidad de Fontibón, fuimos con mi papá y mi hermano en el amado volswagen de mi padre, el escarabajo azul, a recoger las cajas que contenían la propaganda de la séptima papeleta y la séptima papeleta y a vivir uno de los fines de semana más increíbles de mi vida. Se sumaron a la aventura compañeros del colegio de mi hermano.

Antes de las elecciones visité mi colegio, el Colegio de los Andes, el Rector Aurelio Sánchez (q.e.p.d.) se quedó aterrado, había llegado la "revolución" a la mejor alumna del colegio... 

Hoy en día sé que la SÉPTIMA PAPELETA fue una "evolución de corazón, pacífica y amorosa", estuve en distintos colegios promoviendo el tema de la Séptima papeleta, luego me dieron en la Universidad el contacto con personas de la misma universidad y de otras universidades que vivían en la Localidad de Fontibón.

Ese fin de semana estuvimos en Salitre, Modelia, Fontibón y Mosquera con gente que no volví a ver en mi vida y que recibía con esperanza y alegría las cajas con la propaganda y la séptima papeleta, luego el día de las votaciones supimos que la séptima papeleta en algunos puestos de votación si fue contada y en otros no, en fin lo cierto del caso es que la Séptima Papeleta fue el primer paso, de los otros pasos que siguieron y desembocaron finalmente en una Constituyente y luego en la Constitución Política de Colombia de 1991 que introdujo el nuevo derecho, el derecho del estado social de derecho, y que además incluyó mecanismos de revolución jurídica y de humanización del derecho como: las acciones populares, la acción de tutela y en el artículo 116 de la Constitución Política consagró lo que ha sido mi vida: LA CONCILIACIÓN EN DERECHO.

A los 17 años no tenía ni idea que iba a trabajar en la Conciliación en Derecho, cinco años después tenía clarísimo que ese era uno de los caminos que iba a elegir y que finalmente me encontró a mí en la Plazoleta del Rosario por intuición de Miguel Pombo Pombo y la sabiduría y paciencia de mi profesora de bienes y MAESTRA DE LA CONCILIACIÓN EN DERECHO: la Dra. Stella Conto de Albán, a quien debo las bases, la disciplina y la esencia del conocimiento del arte de la conciliación en derecho y del servicio a la comunidad. 

Una conquista y un logro de la Constitución Política de 1991 es la ACCIÓN DE TUTELA, un mecanismo que al fin acercó la justicia y los derechos a los ciudadanos y ciudadanas y la acción de tutela es un mecanismo constitucional, pacífico y legítimo de DEFENSA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES DE TODOS Y TODAS EN COLOMBIA.

Cuando estaba terminando mi carrera de derecho en el año de 1994 hubo una película que me llegó al alma, la mente y al corazón sobre uno de los grandes errores judiciales de la historia. 

La película es la historia de Gerard Conlon y su padre Guiseppe: EN EL NOMBRE DEL PADRE y esa película me mostró lo que es la injusticia y el papel fundamental de una ABOGADA: Gareth Pierce para que se hiciera justicia. 

La Constitución Política de 1991 es un logro, una conquista, más la esencia de la Constitución sería hueca y vacía sin la trinidad de valores que fundamenta los derechos humanos: LIBERTAD, FRATERNIDAD Y SOLIDARIDAD y QUE SE PUEDE RESUMIR EN UNA SOLA, MARAVILLOSA, GENEROSA Y ABUNDANTE LEY UNIVERSAL: 

LA LEY DEL DAR Y RECIBIR