El 29 de septiembre se estrenó en el Complejo Universitario de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla Wixarika, una obra sobre la igualdad y justicia vistas por una indígena.
Por Paula Carrizosa
Con la obra Wixarika, la palabra correcta para designar al grupo étnico huichol, el grupo Turisteatro presentará la visión de esta comunidad a través de la historia de “Elodia”, una mujer wixarika que dejará su casa e irá hacia la ciudad en busca de igualdad y justicia.
La historia, explicó su director Carlos Arturo Aguilar, trata de representar los problemas que tienen que sortear los indígenas o cualquier otro representante de alguna minoría, y no busca apelar al sentido folklórico que les da el mundo occidental.
En entrevista, el dramaturgo platicó sobre esta puesta en escena que fue estrenada el 29 de septiembre a las 19 horas en el teatro del Complejo Cultural Universitario como parte de las Jornadas México–Canadá de indigenismo y diversidad cultural.
Recordó que tras cuatro meses de investigación, incluidas las entrevistas con un grupo de wixarikas de Real de Catorce, en San Luis Potosí, quienes le explicaron la visión y cosmogonía de esta etnia que entre otras cosas se distingue por el uso de enteógenos, pudo concretar la obra.
El montaje refiere a dos momentos: aquel donde “Elodia” hace referencia a la naturaleza de su pueblo, las tradiciones y las costumbres, y aquella donde tiene que salir y enfrentarse a la ciudad con el fin de esclarecer la muerte de su marido, quien fue asesinado por un grupo de delincuentes que bien podrían ser narcotraficantes o sicarios, aunque en la obra no se haga una referencia directa hacia ellos.
Esta anécdota, explicó Aguilar, sirve para ejemplificar lo que sucede con los indígenas wixarikas, quienes van hacia las urbes para estudiar, trabajar o comprar la materia prima de sus oficios y regresan a su comunidad. Incluso las mujeres, con “permiso” de sus maridos, migran hacia las ciudades en busca de un empleo.
Esa parte de la obra presenta a “Elodia” como una mujer capaz de enfrentarse y exigir justicia ante las figuras políticas, judiciales y sociales, ya sea por medio de una protesta en la que participan homosexuales, “darketos” o “emos”, y entre quienes también se da la discriminación, o ante un grupo de “damas de la sociedad que busca ayudar desde "sus escritorios o desde un café”, o de los abusos de poder que hay dentro de las instituciones gubernamentales.
Así, el montaje se convierte en una crítica hacia las estructuras de poder y hacia los comportamientos discriminatorios; “son escenas que denuncian la realidad, y se hace aquí en el teatro porque no hay otra manera de hacerlo”, expresó el dramaturgo.
A lo largo de la historia, concluyó, la protagonista entenderá que “la igualdad mexicana no apela a ese derecho que aparece incluido en la Constitución, sino que radica en dos elementos en común: la lucha y el dolor” que mantienen los individuos para sobrevivir.
Aunado a la propuesta reflexiva, Turisteatro apostó por un espectáculo visualmente rico que aprovecha los elementos de la vestimenta y el arte wixarika. Una de las últimas escenas, por ejemplo, muestra el atuendo característico de este grupo étnico, así como sus diversas representaciones plásticas.
Texto: Paula Carrizosa
Fuente La Jornada de Oriente
http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2011/09/28/puebla/cul116.php
Fotografías: Patricia Romero Sánchez. Archivo: CREARC