Pintura de Sonia Koch |
Por Dr. Gerald Jampolsky
El principio al que me refiero es el siguiente: no puedo ayudar a otra
persona a menos que reconozca que ambos estamos metidos de lleno en la
situación, que las diferencias entre nosotros son superficiales e irrelevantes
y que lo único importante es lo mucho que ambos tenemos en común.
Cada persona tiene una manera peculiar de exponer la verdad
tal como la ve, y esa singularidad es importante, ya que en el curso de
nuestras vidas sólo podremos tener influencia sobre ciertas personas, y durante
nuestros encuentros con esas personas la honestidad ha de ser el marco de
todo cuanto demos o recibamos.
Se nos ha dado todo cuanto podemos necesitar para ser
felices ahora mismo.
Entregarnos de lleno al instante presente es estar en
paz.
Eso quiere decir que no nos preocupa de qué manera nos
va a proveer el Amor en el futuro.
Tampoco nos preocupa lo que dijimos o hicimos en el
pasado o si alguien que creemos nos trató mal ha de recibir su merecido.
La ansiedad es un estado de inmovilidad que se produce
como resultado de fijar nuestra atención en lo que creemos que no puede
cambiar: en algo que ya pasó o en algo que todavía no ha ocurrido.
El Amor en sí es inmutable
“Tiene que haber otra forma de ir por la vida sin que lo
tengan que arrastrar a uno gritando y pataleando.”
Cómo alcanzar la autorrealización mediante la entrega.
Tal como sugiere Un curso de milagros, podemos optar por
tener como nuestro único objetivo la paz mental, y como nuestra única función,
perdonar; y podemos alcanzar la autorrealización escuchando la voz de nuestro
maestro interno.
Si así lo hacemos, podremos aprender a crear armonía en
nuestras relaciones personales, a experimentar paz mental y a liberarnos del
miedo.
Amar, pues, es liberarnos del miedo.
Perdonar es pasar por alto y olvidar hay algunas personas que
sencillamente no nos parecen dignas de ser amadas, y debido a nuestra
equivocada percepción de su conducta, nos resulta difícil sentir amor por
ellas.
Una vez que hemos decidido que
gozar de paz mental es nuestra única meta, podemos entonces proceder con
el segundo paso —perdonar—, y elegir ver a los demás bien sea extendiendo
Amor o bien llenos de miedo, implorando ayuda en forma de Amor.
Con esta nueva percepción nos resulta más fácil ofrecer al
prójimo total Amor y Aceptación, y consecuentemente, experimentar al mismo
tiempo paz interior.
No es necesario que los demás cambien para que nosotros
podamos experimentar paz.
El ego dirige únicamente películas de guerra y de conflictos,
aunque las disfraza de tal manera que aparentan ser la culminación de nuestras
más caras fantasías románticas sólo dirige películas que proyectan la
ilusión de que estamos separados los unos de los otros.
Nuestro verdadero director: EL AMOR, no proyecta ilusiones sino que tan solo extiende la verdad. El AMOR dirige películas que vinculan y unen.
Nuestra mente tiene el poder de tomar cualquier decisión.
Aquella parte de la mente que está regida por el ego
actúa como un telón de miedo y culpabilidad que bloquea el Amor.
Podemos aprender a ordenarle a nuestra mente que levante ese
telón para revelar la luz del Amor, el cual siempre ha estado ahí presente y
constituye nuestra verdadera realidad.
PRINCIPIOS
1. La paz mental es nuestra única meta.
2. El perdón es nuestra única función y el vehículo para
poder lograr nuestro objetivo de paz mental.
3. Mediante el perdón podemos aprender a no juzgar a los
demás y a considerar que todo el mundo, incluidos nosotros mismos, estamos
libres de culpa.
4. Podemos liberarnos del miedo cuando dejamos de juzgar y
de proyectar el pasado sobre el futuro, y cuando vivimos sólo en el presente.
5. Podemos aprender a aceptar la dirección que nos ofrece
nuestra intuitiva voz interior, que es nuestro guía hacia el conocimiento.
6. Una vez que nuestra voz interior nos indica el curso a
seguir, nos provee también de los medios para que podamos lograr todo cuanto
sea necesario.
7. Al acatar las directrices de nuestro guía interior, con
frecuencia se hace necesario que nos comprometamos a perseguir algún objetivo
concreto, incluso cuando los medios para alcanzarlo no sean obvios de
inmediato. Esto representa una inversión de la lógica habitual del mundo: como
si pusiéramos, por así decirlo, "la carreta delante del caballo".
8. Tenemos el poder de determinar lo que percibimos y lo que
sentimos.
9. Al reentrenar nuestra mente
podemos aprender a usar la imaginación en forma constructiva. Ello nos
permite que en nuestra mente sólo se formen imágenes amorosas y positivas.
Eclesiástico : 27, 33-28, 9
Perdona la ofensa a tu prójimo
para obtener tú el perdón
Cosas abominables son el rencor y la cólera; sin embargo, el pecador se
aferra a ellas. El Señor se vengará del vengativo y llevará rigurosa cuenta de
sus pecados.
Perdona la ofensa a tu prójimo, y así, cuando pidas perdón, se te
perdonarán tus pecados. Si un hombre le guarda rencor a otro, ¿le puede acaso
pedir la salud al Señor?
El que no tiene compasión de un semejante, ¿cómo pide perdón de sus
pecados? Cuando el hombre que guarda rencor pide a Dios el perdón de sus
pecados, ¿hallará quien interceda por él?
Piensa en tu fin y deja de odiar, piensa en la corrupción del sepulcro y guarda
los mandamientos.
Ten presentes los mandamientos y no guardes rencor a tu prójimo. Recuerda
la alianza del Altísimo y pasa por alto las ofensas.
Del salmo 102
R/. El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice al Señor, alma mía; que todo mi ser bendiga su santo
nombre. Bendice al Señor, alma mía y no te olvides de sus beneficios. R/.
El Señor perdona tus pecados y cura tus enfermedades; él
rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura. R/.
El Señor no nos condena para siempre, ni nos guarda rencor
perpetuo. No nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según nuestros
pecados. R/.
Como desde la tierra hasta el cielo, así es de grande su
misericordia; como un padre es compasivo con sus hijos, así es compasivo el
Señor con quien lo ama. R/.
Romanos: 14, 7-9
En la vida y en la muerte somos del Señor.
Hermanos: Ninguno de nosotros vive para sí mismo, ni muere para sí mismo. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Por lo tanto, ya sea que estemos vivos o que hayamos muerto, somos del Señor. Porque Cristo murió y resucitó para ser Señor de vivos y muertos.
San Mateo: 18, 21-35
No te digo que perdones siete veces, sino hasta setenta
veces siete.
En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: "Si mi
hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete
veces?".
Jesús le contestó: "No sólo hasta siete, sino hasta setenta
veces siete".
Entonces Jesús les dijo: "El Reino de los cielos es semejante a un
rey que quiso ajustar cuentas con sus servidores. El primero que le presentaron
le debía muchos millones. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo
vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones, para saldar la
deuda. El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba, diciendo: 'Ten
paciencia conmigo y te lo pagaré todo'. El rey tuvo lástima de aquel servidor,
lo soltó y hasta le perdonó la deuda.
Pero, apenas había salido aquel servidor, se encontró con uno de sus
compañeros, que le debía poco dinero. Entonces lo agarró por el cuello y casi
lo estrangulaba, mientras le decía: 'Págame lo que me debes'. El compañero se
le arrodilló y le rogaba: 'Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo'. Pero el
otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le
pagara la deuda.
Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a
contar al rey lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: 'Siervo
malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú
también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?'.
Y el señor, encolerizado, lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran
hasta que pagara lo que debía.