Hermanos, antes ustedes eran tinieblas,
pero ahora son luz en el Señor.
Vivan como hijos de la luz.
Ahora bien, el fruto de la luz es
la bondad, la justicia y la verdad.
Sepan discernir lo que agrada al Señor,
y no participen de las obras estériles de las tinieblas;
al contrario, pónganlas en evidencia.
Es verdad que resulta vergonzoso aun mencionar
las cosas que esa gente hace ocultamente.
Pero cuando se las pone de manifiesto,
aparecen iluminadas por la luz,
porque todo lo que se pone de manifiesto es luz.
Por eso se dice:
Despiértate, tú que duermes,
levántate de entre los muertos,
y Cristo te iluminará.
Cuiden mucho su conducta
y no procedan como necios,
sino como personas sensatas
que saben aprovechar bien el momento presente,
porque estos tiempos son malos.
No sean irresponsables,
sino traten de saber cuál es la voluntad del Señor.
No abusen del vino que lleva al libertinaje;
más bien, llénense del Espíritu Santo.
Cuando se reúnan,
reciten salmos, himnos y cantos espirituales,
cantando y celebrando al Señor de todo corazón.